LAS CARTAS DE MI MADRE

           LAS CARTAS DE MI MADRE

Preciosas carta de mi madre amada,

Pedazos de su tierno corazón;

Vosotras sois mi herencia más preciada,

El solo bien que encuentro en mi aflicción.

Era muy niño; de su lado, en dia

La suerte caprichosa me apartó;

Mientras que yo gozaba, elle sufria,

Y asi por vez primera me escribió;

Como la sombra que a tu cuerpo sigue

¡hijo del alma! Yo contigo estoy;

con luz de amor que todo lo consigue,

doquier que vayas tu, contigo voy,

yo pienso en ti desde que nace el día

hasta que elevo mi ultima oración

y dormir en mis noches no podría

sin enviarte mi tierna bendición.

 Por la primera vez de mi te aportas

¡solo y tan niño, qué de ti será!.

¡En mis hondos suspiros y en mis cartas,

hijo, mi alma a acariciarte va!.

Eres mi único bien, desde que al cielo;

Tu padre con los justos fue a morar;

Si no endulzaras tu mi desconsuelo,

¿quién podría mis penas mitigar?.

¿Eres siempre virtuoso? ¿Es tu conciencia

siempre tan puro cual creo yo?

¿sigue siendo un encanto tu existencia?

¿Nadie, dime, tu amor me arrebató?.

Si aún cuando apuro mi sin par cariño,

No me es posible el porvenir leer ,

¡quién pudiera mirarte siempre niño!

¡quién  pudiera tus años detener!

Pronto en mis venas infiltrarse altivas

Sentí las llamas del primer amor,

Y cansado de lágrimas furtivas

Conté al fin a mi madre mi dolor.

Y al conocer mis íntimos tormentos

Que con llantos del alma le escribí

Como repite el eco los lamentos,

En dulces frases contestóme así:

El mismo día y en el mismo instante,

En que tu me escribíais tu dolor

También lo hacia yo, que, aunque distante,

Sólo en ti pienso con creciente amor,

Esa inquietud que tu desgracia labra,

Acaso es solo desvarío, y no..

Falta en este renglón una palabra

Que tal vez una lágrima borro.

¿Amor decía?   ¡Amor!  ¡Ella temblaba

Pensando en mi temprano padecer!

¡Ella mi pensamiento adivinaba

y no podía mi pasión vencer!

Y decía después: Pronto la calma

En recia tempestad se convirtió.

¡Luz y fuerza el amor preste a tu calma

en cambio de la paz que te robó!

Si quieres ser feliz, piensa  y aprende

Que hermana del amor es la virtud,

Y que, sin ella, hogueras sólo enciende

Que devoran en flor la juventud.

Sólo una vez al corazón le es dado

Con inocencia y heroísmo amar.

Si alguien tu corazón me ha arrebatado,

¡Que sea un ángel de virtud sin par!

Engendrada por triste desengaños,

Nace la angustia en mi interior sentí,

Y la paz que no hallaba a los veinte años.

A mi madre en mis versos la pedí.

Húmedo el suelo de este hogar queridos

Me escribió entonces - a con mi llanto está.

¡tanto he pensado en ti, tanto he sufrido,

que ni yo misma me conozco ya!

No me escribas en versos tus ternuras

Tus versos, de dolor me hacer llorar;

La herencia del poeta es la amargura;

Su anhelo, un bien que nunca puede hallar.

Si la fe no te alienta, en lo terreno

Siempre será un engaño tu ideal;

Sólo serás dichoso si eres bueno,

Sólo buscando el bien se aleja el mal.

Nada te haga temblar, ni nada esperes:

El miedo es vil, suplico la ambición

No te fascinen nunca los placeres,

Ni te humilles jamás a la aflicción.

Busca en todo lo grato medianía,

Más sólo a Dios doblega tu servir.

Naciste honrado, vive de hidalguía:

Ama, perdona y moriré feliz.

La ausencia, hoy corta, que de ti me aparta,

Pronto larga será...¡tú bien lo vez!

Así concluye su postrera carta..

¡Su alma a los cielos  se voló después!

Santas reliquias de sin par ternura,

Pedazos de mi madre y de mi amor,

Mis besos recibí, y en mi amargura,

Sed siempre mi consuelo bienhechor

                                                                

                                                                 José Antonio Soffia

                                                                        (chileno)