Nadie mojaba el aire
tanto como mis ojos.
Me decías: "¿ Trabajas?"
Me decías: " ¿Ya es la hora del té?"
Y yo no te decía: "Te amo";
no te decia: "Eres todo lo que tengo";
no te decía:
"Eres la única rosa en la que caben todas las primaveras".
Me decías: "adiós, hasta mañana".
O me decías:
"¿Necesitas algo?"
Y yo no te decía:
"Me estoy muriendo de amor... Me estoy muriendo".
Nadie mojaba el aire como yo.
Autor: Antonio Gala.
--
No hay comentarios:
Publicar un comentario